Hace algunas décadas, la mayoría de las familias no contaba con una cámara en casa, por lo que para tener un retrato o un registro fotográfico de algún momento importante debían acudir a un estudio o contratar a un profesional del oficio a domicilio. En parte, por eso es que aquellas imágenes antiguas son tan preciadas.

Las fotografías analógicas tomadas hace un ciclo atrás y las más recientes sufren de la misma fragilidad: el soporte en que fueron copiadas corresponde a un material fotosensible, es decir, que pierde sus propiedades con la exposición a luz. Además, otros factores como la humedad y el polvo también pueden ir causando estragos con el paso del tiempo.

Frente a esto, cabe preguntarse cómo podemos cuidar nuestras fotografías, para permitir que continúen movilizando los recuerdos de nuestros seres queridos y la memoria de nuestra comunidad.

Te invitamos a conocer las recomendaciones dadas por tres expertas en la materia.