
El tren elquino
Hoy los pueblos del valle del Elqui están conectados entre sí a través de caminos y carreteras pero, desde fines del siglo XIX y hasta la década de 1970, las vías férreas eran el principal medio de unión entre sus localidades.
Hoy los pueblos del valle del Elqui están conectados entre sí a través de caminos y carreteras pero, desde fines del siglo XIX y hasta la década de 1970, las vías férreas eran el principal medio de unión entre sus localidades.
Durante casi 100 años el tren fue el único sistema de transporte de pasajeros que unía a los pueblos del interior con las ciudades costeras de la Región de Coquimbo. Siguiendo el curso del río Elqui, recorría 90 kilómetros todos los días, desde La Serena, en la costa, hasta llegar a Rivadavia, a más de 3 mil metros de altura.
Para la comunidad de Altovalsol, este ramal encarna uno de los mitos que explica el nombre de la localidad. Los primeros pobladores decidieron darle ese nombre porque el ferrocarril llegaba a su estación al mediodía, cuando el sol estaba en lo más alto.
El tren elquino le daba vida al pueblo, "gracias a él teníamos acceso al telégrafo, teléfono y correo, entonces nos generaba la sensación de vivir en un lugar más moderno", cuenta Tomas González, vecino de Gualliguaica. También afectaba los ritmos de la vida cotidiana, "la gente se arreglaba sólo para ir a ver pasar el tren, eso ya constituía una novedad", cuenta una habitante del mismo poblado.
Mientras los pasajeros subían o bajaban del ferrocarril, los vendedores ambulantes ofrecían sus productos a los viajeros y a los habitantes del pueblo. Yuviza Arqueros, oriunda de Vicuña, recuerda que cuando sentía las campanas que anunciaban la llegada del tren corría a la estación, donde era costumbre comprar tortillas de rescoldo, té caliente y dulces de molle, un fruto típico de la región.
Los domingos en la noche, los vagones se llenaban de niñas y niños que viajaban rumbo a sus escuelas en Coquimbo y La Serena, donde estudiaban en modalidad de internos. Los habitantes de Altovalsol cuentan que este viaje se caracterizaba por el alboroto de sus jóvenes ocupantes.
Otros usuarios permanentes eran los comerciantes de productos agrícolas y ganaderos, a quienes el ferrocarril les marcaba sus tiempos de trabajo. Temprano en la mañana abarrotaban los coches de carga con las mercancías que llevaban hasta las ciudades costeras, donde abastecían las ferias libres. Y en la tarde volvían a sus hogares.
Pero el tren también unía a las localidades del valle: Islón, Altovalsol, Las Rojas, Pelicana, Marquesa, El Molle, El Almendral, Gualliguaica, El Tambo, Vicuña, San Isidro, El Durazno, Diaguitas, Algarrobal y Rivadavia.
Cuando el tren dejó de funcionar, los buses ocuparon su lugar para trasladar a los pasajeros. En la actualidad, varias de las estaciones del ramal aún resisten el paso del tiempo, como un recordatorio de la época en que eran un espacio donde la familia y los amigos se juntaban a pasar las tardes.
Estos relatos surgieron en los encuentros de memoria realizados por las comunidades de Vicuña, Gualliguaica y Altovalsol.
Imágenes, videos y documentos
El tren elquino
Fotografía tomada en un puente ubicado entre las localidades de Compañía Baja y La Serena.

Bus que pertenecía a la flota "Frontera de Elqui", recorría desde Paihuano hasta Coquimbo. Estos buses fueron unos de los primeros transportes intercomunales luego del término del tren elquino. Los pasajeros de los pueblos interiores del valle de Elqui viajaban a La Serena para vender productos elaborados en sus localidades.

El 04 de agosto de 1884, la Sociedad Ferrocarril Elqui inaugura la vía ferroviaria La Serena- Rivadavia, que contaba con 10 estaciones y 93,9 kilómetros. La estación Altovalsol era una de sus primeras paradas. En junio de 1975 el servicio fue suspendido, las estaciones fueron vendidas y las vías y los durmientes fueron levantados.

Elena Núñez, donante de la fotografía, recuerda que junto a su familia viajaba a La Serena en este tren. Su madre llevaba una canasta con pollo y pan amasado. Antes de partir ella sus hermanos ya se querían comer la comida, mientras los vendedores se subían a ofrecer dulces. Rememora el llamado de Sabino Varela: "Pasajeros al tren", para que los pasajeros subieran a bordo.
