
Duro trabajo en la mina
"Que desgracia tan fatal/ en las minas de Andacollo/ hubo un derrumbe terrenal/ los mineros muy tranquilos/ que lo iban a pensar/ que la mina Flor de Té/ se les iba a derrumbar. Las sirenas anunciaban/ la desgracia que ocurría/ Andacollo se alarmaba/ y toda la gente corría".
"Que desgracia tan fatal/ en las minas de Andacollo/ hubo un derrumbe terrenal/ los mineros muy tranquilos/ que lo iban a pensar/ que la mina Flor de Té/ se les iba a derrumbar. Las sirenas anunciaban/ la desgracia que ocurría/ Andacollo se alarmaba/ y toda la gente corría".
Victor Castillo, autor de estos versos, fue uno de los mineros que sobrevivió al accidente ocurrido el 19 de febrero de 1964, en Andacollo, pueblo dedicado a la explotación cuprífera. Junto con su testimonio, presentamos el relato de Pedro Díaz, quien participó como rescatista, y el reportaje gráfico que la revista "Flash Nacional" publicó sobre la tragedia.
Este accidente se produjo por el derrumbe de una de las galerías del yacimiento "Flor de Té", que dejó a siete trabajadores atrapados bajo tierra. Dos de ellos quedaron a 15 metros y los demás a 32 metros de profundidad. Trabajadores experimentados, los mineros buscaron "bolsones de aire" y luego, en la oscuridad del yacimiento, abrieron "piques" hacia sectores más seguros, desde donde fueron rescatados una semana después.
Otras experiencias mineras
Carlos Cortéz recuerda que cuando tenía ocho años y vivía en Chuquicamata, hubo un accidente en la mina: "como a las 7 de la mañana, que era la hora del cambio de turno (…) se produjo una explosión muy fuerte, salimos a la calle y en el cielo se levantó una especie de hongo y una lluvia de piedrecillas". Ese día al llegar a la escuela, los profesores reunieron a los alumnos y luego de una larga espera "empezaron a llamar uno a uno a los niños, y ya sabíamos que si te llamaban era porque tu taita era uno de los muertos (…) era como una ruleta rusa", recuerda.
Una infancia ligada a la minería es la que vivieron también Ofelia Cuello y Emma Godoi en los lavaderos de oro de Maitencillo; y Ramón Astudillo, de San Felipe, quien acompañaba a su padre a los pirquenes en la cordillera de Los Andes.
Historias de trabajo bajo tierra son parte de los testimonios de Omar Díaz, Pedro Villar y Eliazar Díaz, que a fines de la década de los 60 emigraron a Argentina para trabajar en las minas de carbón de Río Turbio y cuyos relatos describen el proceso de producción y las condiciones laborales existentes en el yacimiento.
Imágenes, videos y documentos
Duro trabajo en la mina
Los hermanos Juan y Leopoldo Escobar Rivera junto a otros trabajadores de la mina de Julio Tornero. El pique se encontraba en el sector de Churrumata.

Omar Díaz, Elieser Díaz y Pedro Villar, habitantes de Quemchi, cuentan detalles de la vida dentro de la mina de Río Turbio en Argentina.
Cuentan historias sobre su infancia, la relación que existía entre los niños y sus padres, el trabajo y la vida en el campo. Recuerdan los desastres provocados por el trabajo minero, el aluvión y derrumbe de un cerro. Relatan que en Maitencillo habían unas torres de control de tráfico que eran características de la localidad y fueron destruidas para ensanchar el camino, lo que provocó protestas de los pobladores.

María Gana, pobladora de Lo Barnechea relata sus recuerdos de infancia y el trabajo de su padre en la mina La Disputada de Las Condes.

José Milanca fue minero por 34 años en la carbonífera de Catamatún. Su trabajo fue muy comprometido y esforzado para sacar adelante a su familia y sus 4 hijos. Esta fotografía se la tomo de recuerdo para sus seres queridos, con el casco y la lámpara que utilizaban en sus faenas diarias como minero. Según comenta la donante de la fotografía, dichos artículos se los llevó al momento de su fallecimiento.

Victor lee poema "Los Siete mineros", alusivo al accidente laboral que dejó a los trabajadores atrapados en la mina Flor de té.

Carlos Cortez Mazzalín, vecino del Barrio Yungay, relata su experiencia y las condiciones de vida en el mineral de Chuquicamata durante su infancia.

Omar Díaz, Elieser Díaz y Pedro Villar, cuentan cómo llegaron a trabajar a Puerto Natales y su vida en ese lugar.

Ramón Astudillo recuerda su infancia junto a su padre pirquinero, quien le enseñó ese oficio.

Trabajadores de mantención de la planta mecánica de cobre. Entre ellos se encuentra Leo "El Cumaná" Rojas, quien llegó como estafeta y luego pasó a ser ayudante mecánico. Además, trabajaba como músico en esa ciudad minera. Al reverso de la imagen hay un recordatorio, que señala: "Recuerdo de mi trabajo en Potrerillos. Mecánica de la cobre. 1974".

Cuenta la conformación del pueblo minero Panulcillo y su labor minera en una fundición del mismo nombre. Explica el desarrollo agrícola, la obtención de los servicios básicos, las fiestas típicas y las entretenciones del pueblo. Narra las características de la vida cotidiana, las consecuencias del terremoto de 1997 y las costumbres del pueblo ubicado en la comuna de Ovalle.

Documento de identificación de los mineros de la carbonífera San Pedro de Catamutún. Esta corresponde a José Milanca Carrera, quien trabajó por 34 años en esta empresa. Al llegar al trabajo era solicitada esta identificación para llevar un registro de los trabajadores y los respectivos turnos. Según narra la donante de este documento, la compañía tenía más de 500 trabajadores, quienes rotaban en 3 turnos de 8 horas.

Cinco compañeros se fotografiaron en la mina Catamatún. En la imagen aparecen: J. Obreque, Jorge Delicán, O. Cumian, O. Benítez y E. Riquelme.

En la década de 1930 en Andacollo se produjo un auge de los lavaderos de oro, muchas familias llegaron a buscar suerte en ese trabajo, aumentando la población local. Fotografía que retrata a una de las familias que llegaron durante una faena minera. Se aprecia el uso de utensilios de la minería de lavadero: el plato, la cuna de madera para lavar la tierra y los tarros redondos y cuadrados para el agua. En ese período la actividad minera era intensa, cuenta Jeanette Mondaca, que cada espacio de tierra era sometido al tratamiento del agua para rescatar pepitas de oro. Huertos, terrenos de la iglesia y algunas casas de adobe fueron demolidas para extraer las pepitas de sus muros. Los lavaderos de oro se encontraban alrededor de una quebrada, las familias que llegaron se instalaron en campamentos y cuando juntaban oro bajaban al pueblo a cambiarlo por víveres. Cecilia señala que los mineros también disfrutaban de la "bajada del minero”.

Reportaje gráfico de la revista Flash Nacional sobre el accidente en la mina "Flor de té" de Churrumata.
