
Nacer en casa
Es habitual vincular el momento del nacimiento con un hospital, sin embargo, muchas personas fueron recibidas en su hogar por su madre y una partera.
Es habitual vincular el momento del nacimiento con un hospital, sin embargo, muchas personas fueron recibidas en su hogar por su madre y una partera.
El nacimiento y el cuidado del recién nacido y su madre fueron temas centrales para el desarrollo de la medicina y la definición de políticas públicas en materia de salud. Actualmente, es casi indiscutible el valor y la necesidad de los controles y seguimiento a la mujer embarazada. Tampoco se cuestiona que todo buen parto debe realizarse en un hospital con un equipo médico especializado, que resguarde la salud de la madre y el hijo. Pero esta es una realidad reciente.
Al menos hasta mediados del siglo XX, muchos de los nacimientos que se producían en sectores rurales o alejados de los centros urbanos, eran acompañados por mujeres que recibían el nombre de parteras. "Había que buscarlas y llevarlas para la casa para que vieran a los niños. Parían así, a grito pelado no más, nunca más mamita (pero) no terminaban de gritar y ya estaban otra vez embarazadas", señala Raúl Jofré, vecino de Monte Patria.
Las parteras adquirían de sus madres y abuelas este saber que ayudaba al buen nacer. En esta tarea utilizaban hierbas, ungüentos, compresas, agüitas y ceniza, elementos que buscaban disminuir el dolor sin obstaculizar el alumbramiento. .
María Elena Naguil, hortalicera y artesana de Caulín, a sus 77 años recuerda el nacimiento de sus hijos: "Uno (sic) sufría igual, pero siempre uno caminaba, así que tanto dolores no tenía. No como cuando se iba al hospital y ahí todo el día lo tenían botado hasta tener su guagua, y sin poderse levantarse, así más enfermo quedaba uno".
La naturalidad del parto
En este contexto rural, de familias numerosas y de intenso trabajo cotidiano en el campo o en el mar, el embarazo se vivía con gran naturalidad y las mujeres continuaban con sus quehaceres habituales hasta que comenzaban las contracciones.
En Chaicura, la pescadora artesanal Natividad Soto, cuenta que su hijo Verti "casi nació en el mar, allá abajo en Mallueco. Andábamos sacando los pejerreyes y yo igual no más sacaba red y sacaba pescado. No tenia flojera, no tenía miedo, no tenía nada".
En esas circunstancias la sorprendió el parto y al no poder contactar a la partera a tiempo confió en sus propios instintos y certezas para traer a su hijo al mundo. Recuerda que "trabajando estaba, y en eso me viene lo mismo, si apenas me podía agachar por mi estómago. Y cuando subí la cuesta donde nació el Verti, llegué a la casa y ¡ajuera chica!".
El trabajo de las parteras
Si bien estas matronas no contaban con estudios formales, poseían protocolos claros para el tratamiento del parto, el manejo del dolor, el cuidado de la madre y el hijo, y seguían un conjunto de directrices que fueron construyendo a partir de la experiencia. Por ejemplo, "para los dolores y para que llegue más pronto la guagua daban orégano con una cucharada de aceite y le ponían (a la madre) un cuero acá abajo, de esos de oveja", recuerda María Elena Naguil.
Este momento era acompañado por rezos y oraciones que pedían por el bienestar de la madre y el recién nacido, entendiendo que la sola sabiduría de la parturienta y la partera no bastaban para un buen resultado. La intervención divina era una variable más en ese momento, como señala Otila Chávez, dueña de casa de Chope: "usted sufría así hasta venir la guagua, si dios quería nacía y si no, se moría igual, ese era el cuento".
Imágenes, videos y documentos
Nacer en casa
Raúl Humberto Jofré Pacheco, explica cómo era la educación y la salud a mediados del siglo XX en la localidad de El Palqui, comuna de Monte Patria.

María Elena Naguil y María Regina Alarcón Nancucheo, recuerdan aspectos de su vida familiar, alimentación y vivienda durante su niñez en Caulín.

Otila Chávez y Nicole Díaz, relatan cómo funciona el sistema de salud en Chope, y la importancia que tuvieron las curanderas y parteras en el pasado reciente.

María Elena Naguil y María Regina Alarcón Nancucheo, recuerdan aspectos de su vida familiar, alimentación y vivienda en Caulín durante su niñez.

Nacimiento de Darlyn Jara. En el hospital la acompañan su madre, abuela y tio.

Raúl Vargas y María Soledad Soto junto a su hija, Gloria Vargas, y su nieta recién nacida. Fotografía tomada en el hospital de Puerto Montt.

Relatan pasajes de su vida en Andacollo, sus orígenes familiares y sus estudios. Cuentan sobre su devoción por la virgen del Rosario y su participación en las fiestas que se realizan en su honor dos veces al año, los bailes religiones y las procesiones.

Ilda Cofré Troncoso con su hija recién nacida en brazos. Junto a ellas se encuentra la partera que asistió el nacimiento. La maleta que aparece en la imagen es una representación del viaje realizado por la niña en una cigüeña.

Natividad Soto Soto, Norma Trujillo González y María Elena Ampuero Oyarzo, hablan del trabajo de las mujeres, los embarazos y los partos en Chaicura.

Fernando Traslaviña y Juana Ogalde, con la recién nacida. El donante de la fotografía, el padre de la niña, relata que la importancia de esta imagen se debe a su participación en el parto, gracias a las monjas de la Casa de la Providencia. En el embarazo anterior de su esposa, no participó del nacimiento de su hijo debido a su trabajo en una empresa minera donde tenía turno de 60 días de labores por 10 libres. Conoció a su hijo a la edad de 3 meses y 18 días.
