La lucha por los servicios básicos
Contar con bienes y servicios como el agua potable, alcantarillado, electricidad, calles pavimentadas y acceso a locomoción colectiva fue el objetivo de las luchas que muchos vecinos y vecinas dieron desde mediados del siglo XX.
Contar con bienes y servicios como el agua potable, alcantarillado, electricidad, calles pavimentadas y acceso a locomoción colectiva fue el objetivo de las luchas que muchos vecinos y vecinas dieron desde mediados del siglo XX.
Al establecerse en lugares que no eran más que chacras o terrenos baldíos, los pobladores acostumbraban realizar trabajos en conjunto para mejorar su calidad de vida. Como relata Margarita Rozas "la organización también se entiende en relación a la solidaridad, porque efectivamente las organizaciones surgen de la necesidad y del deseo de juntarse para hacer cosas en conjunto."
Esas experiencias hicieron surgir un fuerte sentido de compañerismo que los vecinos y vecinas recuerdan con nostalgia. Para Heriberto Marín "la vida social de esos tiempos era bien…bien unida, la gente luchaba por un ideal, luchaba por su club, por la población, por mejoramientos (…) La cooperación de todos, nadie se quedaba en casa esperando que solamente el vecino trabaje, sino, íbamos todos a trabajar en comunidad." Así, en medio de duras y difíciles condiciones de vida, que frecuentemente se mantenían por años, surgieron profundos vínculos de amistad y nuevas familias.
Para obtener solución a sus problemas los vecinos acudían a las municipalidades y otras instancias, pero también impulsaron la autogestión y autoconstrucción, tarea a la que se sumaba toda la familia. Las mujeres participaban en la construcción de sus viviendas, y también eran quienes realizaban todos los trabajos necesarios para la subsistencia, algunos de ellos tan básicos, pero también tan sacrificados, como ir a buscar el agua a los pozos cercanos. Luis Muñoz, de Pudahuel, destaca "el valor que tuvo la mujer en llegar a vivir a terrenos sin luz, sin agua, sin alcantarillado, sin pavimentación" y formar ahí una familia. Mientras los hombres salían a trabajar, "fueron ellas las que se quedaron en las poblaciones soportando aquellas duras condiciones".
Esa organización mejoró la vida en común pero no ha perdurado en todos los casos. Para María Angélica San Martín, de Villa Nonguén, hoy "la gente se preocupa más del interior que del exterior. […] Todo se ha ido dando fácil. Entonces la gente no necesita nada más". Los nuevos habitantes no saben el sacrificio que significó levantar la organización vecinal y mejorar sus viviendas y el entorno, por lo mismo, no siempre valoran los adelantos que se lograron, fenómeno que se repite en otras poblaciones.
Las fotografías, testimonios, pliegos de demandas y otros documentos evidencian el esfuerzo de los pobladores de diferentes localidades por mejorar el lugar donde vivían a través de la autoconstrucción, la pavimentación de los caminos para tener mejores accesos, la habilitación del alcantarillado que reemplazó los pozos negros, y la demanda de agua potable y energía eléctrica, tan necesaria para iluminar las casas y las calles, dejando atrás los chonchones y las velas.