Unión en una cancha de fútbol
Como los árboles, los almacenes o los grafitis en las paredes, la cancha de fútbol es, desde más allá que se pueda recordar, parte del paisaje de los barrios y pueblos de nuestro país. La pelota rodando es parte de la identidad y la clásica "pichanga" ocupa lugares de privilegio en la memoria y el recuerdo infantil de muchos de quienes hoy son adultos.
Como los árboles, los almacenes o los grafitis en las paredes, la cancha de fútbol es, desde más allá que se pueda recordar, parte del paisaje de los barrios y pueblos de nuestro país. La pelota rodando es parte de la identidad y la clásica "pichanga" ocupa lugares de privilegio en la memoria y el recuerdo infantil de muchos de quienes hoy son adultos.
Casi como por generación espontánea, el fútbol se constituye como uno de los primeros motivos para organizarse en pos de una mejor calidad de vida y fortalecer los lazos de unión entre miembros de una misma comunidad. Luis Humberto Cádiz, poblador de Media Hacienda, en Ovalle, destaca el valor del fútbol como estímulo a la organización, "hicimos un campeonato para que se reorganizaran los clubes desaparecidos que había en la población. Hicimos un campeonato con ocho equipos, donde participaron más de 100 jóvenes. Y lo logramos, hicimos participar a la gente, que cuando se quiere unir, se logran cosas".
El amor a la camiseta
El futbol ha cambiado con los años, tanto el profesional, como ese que se juega en campos de tierra. Alberto Ruiz Barría, habitante de la población Pantanosa, en Frutillar, recuerda que "el año '56 se formó el club deportivo que se llamaba "Los Barrabases", después el '58 se transformó en el club deportivo "Dynamo". En esa época el fútbol no era el de ahora, las pelotas tenían correones, se inflaban aparte y se amarraban con correas; no había chuteadores, se jugaba con chalas de cuero de vacuno. El deporte era muy brusco en esa época, siempre había jugadores quebrados".
Un ejemplo de aprecio por los colores es María San Martín, pobladora de la villa Nonguén, en Concepción. Ella no oculta su pasión por el fútbol, pero por sobre cualquier equipo profesional, la camiseta que se lleva su amor incondicional es la del club deportivo "Juventud Atlético Puchacay", un modesto cuadro del sector Collao. María explica su amor por el club: "yo soy apasionada del fútbol, pero el amateur, porque ahí se moja la camiseta. Ahí no se juega por plata, ahí se juega por la camiseta, mojadita, y con el corazón, por tu club".
Según cuenta María, su club no tiene un rendimiento destacado ni mucho menos, pero eso pasa a segundo plano, "no le hemos ganado a nadie, pero hemos sido ganadores en ganar amigos, cuando fui delegada en la asociación de fútbol, gané muchas personas conocidas, conocí harto, me integré a hartas cosas".
María se ganó el cariño que da a los chicos que componen el "Juventud Atlético Pachacay", de quienes se ha transformado en un modelo a seguir. Muy temprano todos los domingos, les prepara "caldillo, o les traigo café, les tengo siempre algún engaño, e invento cosas como hacer un jurel con lechuga, una cabecita de chancho, unos choripanes, siempre estamos inventando algo".
Esta colección que presentamos, incluye imágenes futbolísticas enviadas desde los diversos lugares en los cuales Memorias del Siglo XX está presente. Estampas que pueden conformar un completo álbum con los equipos que semana a semana animan los domingos de barrio, en los que la comunidad se une y recrea en torno al deporte.