Largo camino a la escuela
Las experiencias escolares son historias comunes en los testimonios presentes en Memorias del Siglo XX. En muchos casos, la época de estudiantes es rememorada de forma alegre y con cariño. Otras memorias, en cambio, describen las dificultades para acceder a la educación.
Las experiencias escolares son historias comunes en los testimonios presentes en Memorias del Siglo XX. En muchos casos, la época de estudiantes es rememorada de forma alegre y con cariño. Otras memorias, en cambio, describen las dificultades para acceder a la educación.
Aprender a leer es, quizás, uno de los recuerdos más significativos de esta etapa. El Silabario es evocado por Carlos Heufemann como el libro que marcó sus primeros pasos en el mundo de la lectura, en la escuela de Río Bueno. En la localidad minera de El Toro, Martiniana Muñoz cuenta que unir las letras fue toda una odisea, que finalmente superó leyendo las historias de El Peneca.
Respeto, cariño y temor. Así describen varios entrevistados sus sentimientos hacia sus profesores y destacan la disciplina como un valor esencial en su educación. Gina Videla relata que en su colegio las docentes eran estrictas con las alumnas: "Siempre me acuerdo de la madre Teresa, ella fue mi profesora jefe en el 5° año. Tenía un genio bastante difícil, era bastante rabiosa, pero de un corazón enorme".
El sonido de la campana indicando el recreo es uno de los mejores recuerdos de la época escolar, cuenta riéndose José Villegas. En Puerto Aysén, donde estudió sus primeros cursos, rememora que compartía con sus amigos juegos como el luche, el trompo, la bocha y las bolitas en esos períodos de descanso o después de la jornada escolar.
De la casa al colegio: un largo trayecto
En zonas rurales, muchas veces, los niños tenían que recorrer largas distancias para llegar a la escuela. José Rogel, narra que ese era el principal obstáculo para continuar los estudios más allá de los primeros años de enseñanza. El camino desde su casa al colegio de Quemchi "era un barrial, entonces era difícil llegar, en ese tiempo por costumbre uno andaba a pata pelada (…) sobre todo cuando escarchaba, era bien sufrido".
Con esos obstáculos cotidianos "la gente no se entusiasmaba mucho por ir a educarse, porque la ciudad quedaba tan lejos del campo", cuenta el vecino de El Palqui, Raúl Jofré.
En Santiago, la lejanía de los sectores periféricos también dificultaba el traslado. Patricia López relata que desde su casa en la población Dávila viajaba en carretela para llegar al bus que hacía el recorrido hasta su Liceo, que estaba ubicado en el centro de la ciudad.
En algunas zonas la solución a este problema eran los colegios con sistema de internado desde marzo a diciembre. El profesor Manuel Oyarzo relata la importancia de estos establecimientos: "Ancud se convirtió en un centro cultural para toda la región, venían niños de Punta Arenas, de Aysén, de todo el sur a estudiar (…) porque aquí habían buenas escuelas para internos", relata.
Además de las clases, en estos centros de estudios los alumnos también tenían momentos de recreación, que aprovechaban para divertirse con sus amigos y pololear, recuerda con picardía Guillermina Miranda sobre su educación en la Escuela Normal Rural de Ancud.