Cosechas de tierra y mar: productos alimenticios de nuestro país
La cadena de los alimentos, desde su fuente a nuestra mesa, tiene su origen en territorios y localidades que quizás nunca conozcamos. Inicia con manos sembradoras y recolectoras, que con un conocimiento profundo del tiempo y de la naturaleza, logra proveer la comida que llevaremos a nuestro hogar. Este especial busca hacer una mirada a aquellos paisajes, comunidades, saberes y personas, que nos entregan los más ricos sabores y colores del mar y la tierra.
La cadena de los alimentos, desde su fuente a nuestra mesa, tiene su origen en territorios y localidades que quizás nunca conozcamos. Inicia con manos sembradoras y recolectoras, que con un conocimiento profundo del tiempo y de la naturaleza, logra proveer la comida que llevaremos a nuestro hogar. Este especial busca hacer una mirada a aquellos paisajes, comunidades, saberes y personas, que nos entregan los más ricos sabores y colores del mar y la tierra.
Al que madruga, dios lo ayuda
Junto al alba, los pescadores artesanales y buzos se internan en el mar. Con sus anzuelos y redes intentan atrapar peces y crustáceos que habitan el fondo marino, al tiempo que mariscadores recolectan algas y moluscos por el borde costero; productos que una vez faenados llegarán frescos a la mesa de las y los chilenos. Al respecto, Manuel Tello y Julio Torrejón comentan los pormenores de la cosecha de ostiones y langostinos en la Bahía de Tongoy, mientras que Evaristo Vásquez menciona que en Pichilemu los principales productos son: la pescá (merluza), el congrio y la jaiba. Por la tarde, al terminar la jornada, los botes descansan a orilla de playa, para al otro día, comenzar nuevamente el trabajo.
En tierra firme, vemos a hombres y mujeres preparando "a todo potrero" el terreno, cuidando plantas, matorrales y árboles para que, con algo de tiempo, la tierra les entregue en recompensa sabrosas frutas y verduras.
En algunos casos se busca que las huertas cubran las necesidades alimenticias de la familia y, en el mejor de los casos, vender o intercambiar los excedentes, estrategia que es denominada agricultura de subsistencia. Otros tienen por objetivo ofrecer los productos en ferias y negocios locales, en tanto que los cultivos que ocupan una mayor superficie apuntan a los mercados mayoristas, siendo necesaria la articulación de varias familias, cooperativas de productores y tratos entre faeneros, bodegueros, transportistas y/o comerciantes.
Un potente relato de esto último puede encontrarse en nuestro especial "Chañaral Alto: el tomatal de Chile", donde se narra la importancia del tomate, como principal cultivo y fuente de ingresos de la localidad, característica que ha marcado al pueblo en diversas dimensiones.
Herramientas y prácticas tradicionales
La sobrevivencia en lugares con climas más inhóspitos se ha posibilitado gracias al conocimiento de los productos que ofrece el bosque nativo, donde pueden extraerse semillas, frutas y hongos silvestres. Al respecto, en nuestra colección encontrarán imágenes de mujeres como Lorena Antillanca Ñanco y su madre Lidia Ñanco Ñanco, quienes nos comentan que la temporada de murtas se produce entre los meses de marzo y abril. En tanto, María Melillanca da cuenta de los pormenores de su oficio como copihuera, es decir, como recolectora tradicional de copihues, los que antiguamente eran aprovechados para elaborar una deliciosa mermelada o bien con fines ornamentales.
A su vez, las hortaliceras María Regina Alarcón y María Elena Naguil comparten su experiencia con la utilización de invernaderos, que les ha permitido cultivar incluso en las estaciones más frías y, también, cómo ellas siguen las fases de la luna para saber cuándo es el mejor momento para germinar las distintas semillas.
Con una gran diversidad de productos de mar y tierra, la abundancia ha sido uno de los alicientes para el surgimiento de diversas formas de mantener y preservar los recursos disponibles, como es el caso de la deshidratación, las conservas, encurtidos y ahumado. Técnicas naturales de tradición popular, que permiten de manera sustentable alargar la vida de los alimentos, agregando mayor complejidad a sus sabores y conservando sus nutrientes.
Así como se han mantenido muchas de las prácticas tradicionales de cultivo y conservación de los alimentos, también durante las últimas décadas, se han producido muchos cambios, principalmente en las herramientas, pasando de ser manuales a otras con nuevas tecnologías. Así también se han introducido cambios sustantivos en las relaciones laborales, tanto de campesinos, como de pescadores, buzos y mariscadores. Para conocer cómo han impactado estas transformaciones en la vida de quienes viven en sectores rurales y costeros, te invitamos a visitar los especiales "Trabajadores de la fruta" y "Trabajadores del mar".
Transmisión de conocimiento
El conocimiento del trabajo del mar y la tierra se ha traspasado de generación en generación, manteniendo unidas a familias y comunidades enteras en torno a ciertos productos y oficios.
No obstante, debido a la incorporación de la ley de educación primaria a inicios del siglo XX, las escuelas rurales fueron parte fundamental en la transmisión de técnicas de manejo más sofisticadas, lo que ha permitido que los hijos y nietos de pequeños parceleros sigan vinculados al sector primario. Como ejemplo de ello encontramos fotografías de talleres de cultivo de papa en el Chiloé o de buceo y cultivos acuáticos en Calbuco, así como las clases de manipuladores de alimentos en escuelas técnicas.